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jueves, 26 de diciembre de 2013

ESA INACCESIBLE BELLEZA



Yo quería escribir la canción
más hermosa del mundo
Joaquín Sabina

            La canción más hermosa del mundo es una de esas canciones a las que a veces me engancho, escuchándolas, a lo mejor, durante una semana. Uno, que lleva desde los ocho años escogiendo palabras para llenar páginas, daría lo que fuese por escribir algún día un texto de esos que pasados los años la gente cita, cuelga en sus perfiles de Facebook o que incluso utiliza para poner como ejemplo. Borges, uno de mis grandes escritores de cabecera, dijo alguna vez que cambiaría toda su obra por escribir una página perfecta, que con el paso de los siglos siguiese siendo indiscutible. Ahí es nada.
            Cada palabra que se elige es fruto de un proceso no siempre consciente en busca de una inalcanzable perfección. Yo diría incluso, y ya he hablado de esto en el blog, que toda literatura es la búsqueda de ese momento sublime en el que una vez que lo has logrado te recreas como el alpinista que alcanza la montaña más alta. Vas a tener que bajar de nuevo en busca de nuevos retos. Porque esto nunca termina, señores, nunca llegas a un punto en el que digas “ya está, ya soy realmente bueno”. El universo literario, además, está lleno de referentes literarios de calidad inmensa. A veces, inluso, de extraterrestres de las letras que como Georges Perec se arriesgan a construir mundos diferentes en formatos que tú creías un estándar. Véase como ejemplo su libro La vida, instrucciones de uso, en el que te atrapa durante más de seiscientas páginas sin una trama concreta, solamente con esa acumulación de microcosmos que constituye un edificio de viviendas.
            Desde que en mi camino literario cobré conciencia de la gran variedad que existe en la literatura, siempre quise experimentar, hacer algo distinto. Creedme si digo que no hay nada más difícil. Frente al dinero o a la fama yo aspiraba a la excelencia (lo cual no quiere decir que descarte las otras dos, ni mucho menos). Lo difícil de todo, lo más endiabladamente complicado, es conseguir que esa conjunción de aspiraciones no te frustre hasta el punto de cercenar tu avance. Hay que aspirar a lo mejor, sí, pero sin olvidad que todo es el fruto de una serie de pasos, a veces rápidos y a veces lentos, que no siempre van tan siquiera hacia delante.
            Lo que quiero decir es que el perfeccionismo es bueno, te exige y te ayuda a mejorar, pero en exceso es paralizante; y la literatura consiste en avanzar, sin saber muchas veces hacia dónde.
            Es por eso que seguiré durante mucho tiempo soñando con esa página perfecta, pero durante su búsqueda intentaré escribir el mayor número posible de páginas no tan perfectas en las que desplegar mi personal universo. Porque en la verdadera literatura Ítaca no existe, sólo hay viaje, y mientras seamos conscientes de ello igual conseguimos un puñado de buenos párrafos o estrofas que nos sobrevivan. Porque, después de todo, la literatura no es más que un modesto intento de inmortalidad.  

domingo, 22 de diciembre de 2013

PÁGINAS EN BLANCO

Tras un viaje poético tan largo como ha sido No hay más verso que la piel, uno se va encontrando con frecuencia a las modelos que se presentaron al experimento. Ya no sólo es eso, ni siquiera solamente con ese libro. Yo he ido regalando poemas a gente querida durante años, y después descubres que los pegan en la pared de su habitación, como si fueses un poeta conocido o algo. Al final, una de las cosas que se busca escribiendo es dejar huella, y esos pequeños detalles te demuestran que algo vas consiguiendo. Ayer, una amiga me incitó a que publicase su desnudo en el blog, y quiero dedicarle esta entrada por varias cosas, entre ellas por cómo es, que en su juventud muestra una serenidad que me sorprende. Cuando escribí este poema lo interpretó de una forma que yo no me esperaba; no suelo explicar los desnudos, pero creo que no está de más detallar que Páginas en blanco implica futuro por escribir, y eso, para mí, resulta muy tierno.
Me alegré mucho de escribir este poema y ahora, más de un año después, aquí lo teneis. Espero comentarios, como mínimo de ella:

PÁGINAS EN BLANCO

Si brilla sin mesura
la luz incandescente
que alberga tantos sueños
de franca juventud

de pronto en su desnudo
renacen primaveras,
se encienden las palabras
que saltan sin recato.

La edad de la inocencia
asoma con descaro,
revela un contenido
que antes se escondía.

Tan cálida y vivaz se reivindica,
tenaz vitalidad que se desborda.

Y crecen las preguntas
que arañan las estrofas,
surtiendo de colores
el cuerpo del lenguaje.

Y todo desemboca
con trazo tembloroso
en líneas que definen
la forma del futuro.

Al fondo del dibujo resultante
si intuyen horizontes de ternura.

viernes, 13 de diciembre de 2013

HOJAS SECAS



Hoy, desde mi balcón,
he visto un camión del ayuntamiento
cargado de hojas secas,
que es como si se llevasen el otoño.
Estamos a veintisiete de diciembre
y no puedo dejar de pensar
en cierta inoperancia
de la municipalidad
por retirar esta estación
con tanto retraso.
Deberían aprender
del gobierno central,
que lleva,
con adelanto de años,
recortando primaveras.
Ahora,
Tal cual ese camión
lleno de ocre,
pasan transportes invisibles
que retiran,
bajo amenaza
de multa obscena
la posibilidad de salir
a ver el sol
voz en grito.
Si nos dejamos
no habrá primavera en Praga
ni sesenta y siete en Heidelberg
o sesenta y ocho en París.
Salgo de nuevo al balcón
y creo ver otros camiones
que llegan
cargados de un invierno desalmado.
Porque el frío
y la oscuridad
son gratis
y legales;
siempre debidamente controlados,
no vaya a ser
que de tanto temblar
el suelo
bajo sus pies
vibre hasta ponerlos nerviosos.
Es posible
que un remolque
con hojas muertas,
tal como pretenden,
desde su plural mayestático,
que estén las conciencias,,
signifique también
que embargaron
la belleza de las alamedas
por un déficit de paseos
enterrando los pies
en la hojarasca;
yo, por si acaso,
he procurado estar
al corriente en los pagos
a base de pasos lentos
y pitillos en los bancos.
Voy a cerrar la puerta
del balcón
porque me estoy preocupando
mucho,
no de forma innecesaria
pero sí, tal vez,
un tanto inútil,
rumiando versos infructuosos.
Voy a hacerlo,
también,
por miedo
a que lo próximo que vea
sean camiones
llevándose las flores
por anticipado.

domingo, 8 de diciembre de 2013

MUJER DE ENSUEÑO

Ayer, una de mis mejores amigas, Ro, dio a luz a su segundo hijo, Teo. Este poema se lo escribí y regalé hace muchos años. Ya ha pasado algo de tiempo y los poemas cuando uno es joven no siempre envejecen como uno quisiera. Sin embargo todo lo que aquí le decía lo sigo pensando. La vida está llena de etapas, de momentos, y este momento que da lugar a una vida nueva es de los que hacen que valga la pena tener amigas. Un beso muy grande a la afortunada, al nuevo miembro de la pandilla y a toda la familia.

MUJER DE ENSUEÑO

Si no fueras tú
            serías mi mujer de ensueño.
            No porque no seas increíble,
            que lo eres,
            o que destiles, a veces,
            pura magia,
            sino porque eres tú.
            No porque no seas bonita,
            que lo eres,
            con tus caderas perfectas
            y ese aire
            de actriz de cine clásico,
            sino porque eres tú,
            y si fueses mi mujer de ensueño
            todos los abrazos,
            todas las lealtades
            no tendrían sentido;
            y hoy (sólo hoy,
            no sé nada del mañana)
            sé que prefiero
            las lealtades y los abrazos,
            con todos los momentos cómplices
            que hemos logrado engendrar
            con esa semilla,
            a cualquier rincón oscuro
            y a la vez luminoso de tu cuerpo,
            porque eres tú.

lunes, 25 de noviembre de 2013

SERIE B (UNA VIDA)

SERIE B
(UNA VIDA)

La película podría ser buena;
los actores son magníficos,
hay drama, comedia,
y hasta números musicales;
hay diálogos a la vuelta de la noche,
profundos,
con contenido,
y escenas de infinita tristeza.
El guión, quizás,
es algo deslabazado,
con mucho invierno doliente, 
eso sí,
y una tensión continua
ante lo incierto del final.
Pero es que el presupuesto es escaso,
tanto que se ve el cartón piedra,
y la chica
nunca se va con el protagonista.
A este paso
irá directa al videoclub,
sin pena ni gloria,
aniquilando el sueño de ser recordados.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

ALGO SE MUERE EN EL ALMA...



Gracias a los señores de Google, hoy me enteré de que es el ochenta y cinco aniversario del nacimiento de Carlos Fuentes. Este año ascendió al cielo de los escritores, y estará en el Parnaso junto con unos cuantos que se fueron en los últimos años. Descubrí a Carlos Fuentes porque me regalaron en un cumpleaños La región más trasparente, después vendría Terra Nostra. Solamente con la lectura de esos dos libros, el autor pasó a formar parte de mi red afectivo-literaria.
            Hablo de ello no por hacer una glosa de las cualidades de Fuentes, que son muchas, sino para hablar precisamente de esos afectos que uno desarrolla con los autores a los que solamente conoce a través de sus textos. En los últimos años también se fueron Benedetti o Augusto Monterroso. Ante tales acontecimientos te quedas con la  certeza de que ya no va a haber textos nuevos, nada que llevarse a los ojos de ese imaginario que has vivido a lo largo de horas de lectura. Me pasó también cuando Philip Roth decidió retirarse de la literatura. Todavía me queda mucho que leer de su obra, pero ya sé que no viviré la emoción de leer una crítica en los periódicos de su nuevo libro.
            Pude ser por la fascinación que siento por la literatura, por el hecho de que cuando abro un nuevo libro de un autor que me gusta siento la ilusión de quien queda con un amigo que hace mucho tiempo que no ve, pero mi relación con los escritores va más allá de la admiración o la camaradería profesional; se trata de algo distinto, una emotividad con el verbo, con el universo que ha ido creando. Han animado mis momentos de lectura, han sido capaces de mostrarme nuevas formas de hacer, de trabajar con el texto. En definitiva, han cambiado mi vida, teniendo en cuenta que cuando uno se dedica vocacionalmente a escribir la vida es algo que transcurre paralelamente a la creación literaria. 
            Uno, con los años, ve lo que va escribiendo como hijos suyos, esos hijos que has intentado educar de una forma y a veces, sólo a veces, hasta se parecen a lo que esperabas de ellos. Por ello mismo, considero normal tener a los grandes autores como padres. Los leo detenidamente intentando no ya ser como ellos, sino sonsacarles las enseñanzas necesarias para seguir mi camino en la literatura. Al final, más allá de esa mirada analítica, está el cariño que les vas cogiendo. Es normal, entonces, que Cuando muera un escritor sea como si te naciese un vacío de páginas, una ausencia de palabras futuras, de momentos vividos al calor del abrazo de sus párrafos.

viernes, 8 de noviembre de 2013

POEMA NADA CÓMODO

Este poema va con mala leche, lo reconozco. Esperé a publicar otros antes para que me conociéseis mejor y no me juzgueis solamente por estos versos. El caso es que el amor siempre tiene su reverso.

POEMA NADA CÓMODO

A todas las mujeres
que me han rechazado
o que han jugado conmigo
sólo les deseo
para escoger a sus parejas
el mismo criterio
que tuvieron al despreciarme.
Que sus rutinas burguesas
de tedio conyugal
aniquilen sus sueños
y entonces,
sólo entonces,
quiero que me recuerden.

viernes, 1 de noviembre de 2013

LA COMPETENCIA NO EXISTE

y no te preocupes por la edad
y los nuevos talentos,
sólo toma más cerveza, más y más cerveza
CHARLES BUKOWSKY

LA COMPETENCIA NO EXISTE

     Uno ha estado en muchos talleres de escritura, y por oficio y pasión, en contacto con muchos escritores. Como en cualquier actividad artística, el ego es una parte fundamental. En la permanente lucha contra el desequilibrio que supone la creación literaria, el hecho de ser bueno, o el mejor, es una constante. Partes de unos presupuestos literarios de los que consideras que son los más prácticos, los más sublimes... y todo lo demás es mierda, o no, pero no es tan bueno como lo que consideras que se debe hacer. Esto, en parte comprensible, es una solemne tontería. Está claro que el avance de milenios de literatura ha creado un canon que establece, relativamente, lo que es bueno y lo que no; sin embargo toda tendencia, forma de hacer y demás es buena cuando está bien ejecutada (e incluso en eso hay divergencias). Bueno, podría teorizar más sobre esto, pero no es mi intención.
     De lo que quiero hablar es de la "competencia", de la forma en la que los escritores miran de reojo a los compañeros de oficio, como la víctima de infidelidad a la posible amante, con cara de "qué tendrá este que no tenga yo". Leen sus textos de forma adusta, con actitud de perdonavidas, para dar alguna opinión "seria", como "tendrías que mejorar la puntuación" o "hay algo en el tono que no me gusta". Después, esperan que las opiniones sobre lo que ellos han escrito sean francamente laudatorias, para poner esa cara de timidez ante el halago que les hace parecer humildes.
    Sé que es posible ser humilde en la escritura, yo conozco algún ejemplo, pero supongo que el necesario reconocimiento que forma parte del esquema de la comunicación literaria lo hace difícil:

EMISOR/ESCRITOR------------------------------------RECEPTOR/LECTOR
HALAGOS vs CRÍTICAS

     Si has estado desde pequeño peleándote con las palabras esperas un resultado, eso es lógigo. El problema surge cuando uno pretende ser mejor que alguien. Esto no es un deporte, ni un concurso, es una lucha con el lenguaje apoyada por un corpus de milenios. Se trata de encontrar la propia voz, no de gritar más que nadie. Entiendo que cuando uno, como es mi caso, se presenta a concursos a ver si araña unos pocos euros del mecenazgo cultural, la competencia es un problema. Yo ya aprendí que siempre habrá quien te supere, quizás porque nunca he sido muy bueno jugando al fútbol y siempre me enfrento a gente más rápida y más técnica, intentando superarlos mediante la optimización de mis escasos recursos. Sin embargo, a pesar de mi afán competitivo en todo acto lúdico, en la literatura es distinto. Escribir es una forma de desarrollarse vitalmente, si se convierte en una competición solamente puede ser perjudicial, el hecho competitivo perturba el normal desarrollo artístico, condicionándolo en contra de la libertad que requiere. Se trata de ser uno mismo, no de ser mejor que nadie.

     Por supuesto, uno quiere ser bueno, infinitamente bueno, pero de una calidad basada en lo que el canon y mi propia condición de filólogo requiere. Yo también fui así en talleres de escritura, pero el final de la adolescencia fue cambiando mi percepción de la literatura como algo que me completa, que me da una razón de ser, y eso nunca puede ser calificado mediante un marcador deportivo. Siempre habrá escritores mejores que yo. Siempre habrá talentos enormes contra los que no puedo ni quiero competir. Simplemente me beberé otra cerveza, abriré una cerveza y comenzaré un nuevo relato, otro poema. Seguiré peleando, pero no contra nadie, sino con el lenguaje, por mí mismo.

miércoles, 23 de octubre de 2013

POESÍA POR LAS CALLES, EL PRECIO DEL VERSO

     Hoy, en vista de mi acuciante crisis económica, salí a la calle a recitar poesía poniendo la gorra. Ya lo hice muchas veces a lo largo de mi vida; de hecho creo que fueron las únicas en las que gané dinero con la poesía. Esta historia no la inventé yo, que ya lo hacía Brais Ocampo antes, pero con el tiempo me apropié de la fórmula y ahora, desde hace mucho, me conocen, entre otras cosas como "el que leía poesía en la calle". 
     He decidido contar mi experiencia de hoy, a modo de ilustración de lo que suele ser un artista callejero, pero con una oferta diferente. Aparte de lo que supone la poesía por dinero, que ya de por sí es bastante sugerente. Parezco una víctima de algo, diciendo que quiero ilustrar a la gente con mis vivencias. El caso es que tras tanto tiempo de no salir a la palestra callejera, hoy me he vuelto a sentir poeta ambulante.
     Como no sabía que lo iba a hacer cuando salí de casa, no llevé gorra, ni sombrero, ni caja de zapatos, ni nada; así que puse mi maravillosa carpeta clasificadora modelo vintage en pleno suelo, a pelo. Así comencé el ritual: un vistazo a la calle, para ver cuánta gente pasa - y de qué tipo -; poner el cebo, muy importante (el cebo consiste en unas pocas monedas para que nadie sienta que es el primero en echar); un poema con el que empezar, superar el miedo y comenzar a recitar...
     Por supuesto todo esto es mucho más cómodo cuando te acompaña algún músico, te sientes más arropado y le das un aire de seriedad a tu actuación; algo así como que no quieres parecer un perturbado que lee unos papelajos a voz en grito. Sin embargo, cuanto estoy allí, solo, sabiendo la de gente que me conoce en esta ciudad, es cuando me expongo más sinceramente como yo poético, como verso al aire o como mercenario de la poesía, según se mire. Es entonces cuando, con el hábito de muchos años antes, soy capaz de recitar y al mismo tiempo observar las caras de la gente: su sorpresa, su admiración, su perplejidad, su burla...
      Hoy, particularmente, competí con dos perroflautas que me comprometían a la clientela, porque si le decían a ellos que no tenían nada suelto, ya no podían dármelo a mí (he de dejar claro que diferencio claramente entre los que se ciñen a esta denominación y los que de verdad son artistas callejeros, por mal que toquen o canten. No es una cuestión de talento, sino de formas). A mayores, uno de ellos vino y me recitó un poema de memoria al oído. Conocí a una chica guapísima que me dijo que siempre había querido hacer lo mismo que yo (es la primera vez que me dicen eso sobre algo), y alguna gente me invitó a tabaco, para terminar de joderme la voz. Por supuesto, hubo alguien que me preguntó dónde podía "pillar porros", porque lo de la calle y el pelo largo te clasifican enseguida.
     Tras cerca de una hora, había recaudado un euro con setenta, lo suficiente para una caña o para comer si soy sabio haciendo la compra. Volví a casa con ganas de nuevo, ansioso por repetir la experiencia, como si ahora, que vuelvo a ser un poco paria, la calle estuviese llamándome de nuevo para salpicarla con mi voz. Lo he decidido, en la medida que el invierno me lo permita vuelvo a ser un poeta callejero, en el sentido más estricto de la palabra.

lunes, 21 de octubre de 2013

ALEPH (otro desnudo)

El Aleph es el centro de todas las cosas, según Borges. Es la primera letra del alfabeto hebreo. Hoy me acordé de este poema, y en particular de la persona a la que se lo escribí. Es el segundo desnudo que publico hoy, pero como últimamente intento volver a la anterior frecuencia de publicación de este blog, ahí va. Espero que os guste, y, si acaso, que alguien se digne a comentar.

ALEPH

El cuerpo es un Aleph de sentimientos,
la excusa sinuosa del poema,
imagen que reclama a la escritura
precisos mecanismos de belleza.

El tiempo se resume en una cláusula
de viento; un milagro fortuito
concentra la palabra y el misterio
y entona una canción desconocida.

Entonces, cotidianos,
se rompen los complejos.

El íntimo momento
trasluce sus vivencias.

El roce de los verbos en el aire
agrieta los temores y produce
un diálogo entre métrica y desnudo,
cambiando conjeturas por verdades.

Y gira con sus curvas dibujadas
la voz de la elegancia resumida,
con líneas definidas por el brillo
del alba que ilumina los minutos.

Un nuevo desnudo: Química

Este es uno de los últimos desnudos que escribí, ahora que ya he contado aquí la fórmula del libro supongo que los que no la conocían comprenderán mejor el contenido de este tipo de poema. Mi eterno agradecimiento a la mujer que sirvió de modelo. En este caso una gran amiga.

QUÍMICA

Entre el cuerpo y el poema
hay un viaje de sentidos,
un periplo de palabras
que navegan la belleza

y sueñan
destinos,
secretos,
a veces 
milagros.

Un silencio de entretiempo
que acaricia las estrofas
es su tímida respuesta
a preguntas infinitas.

En su fórmula perfecta
de elementos necesarios,
definirla hace precisa
una química distinta

que fije
las normas
de un mundo
que altera
los días.

Y su piel hecha de viento,
con el áurea proporción
es la línea del camino
que se asoma a su horizonte.

miércoles, 16 de octubre de 2013

DE CÓMO UN BUEN LIBRO TE RECONCILIA CON LA VIDA



            Estaba pasando una mala racha, de estas que te llegan con la agonía del verano y la pereza que conlleva el otoño. Para más inri, me habían castigado en la biblioteca por mi incapacidad para devolver los libros en tiempo y forma y no encontraba el entusiasmo en mi biblioteca personal. Creo que, en general, no encontraba las ganas en nada. Este periodo se fue diluyendo, con sus cicatrices, por varios motivos, pero uno de ellos, el que ha motivado esta entrada en el blog, es la lectura de un buen libro.
            Me explico: cuando por fin me levantaron el castigo en la biblioteca me puse a rebuscar en las estanterías en busca de una buena novela que llevarme a los ojos. Como no andaba muy inspirado en lo que a innovación (o intuición) lectora se refiere, fui sobre seguro. Ergo, cogí prestado un libro de Philip Roth, Me casé con un comunista, y… librazo, de verdad, de los que, como dice en la pared de una copistería que frecuento, se abre con expectativa y se cierra con provecho.
            Así, en esta tónica emotiva de intentar reorganizar mi vida para bien, me encontré con un libro de calidad incuestionable, que me decía cosas importantes. El libro reflexiona sobre la represión ideológica en la época de la caza de brujas estadounidense. Es un tema importante, pero para mí lo vital era también que estaba leyendo un libro buenísimo, que en cada página me hacía sentir mejor lector y escritor. Sé que parece exagerado, pero en algún momento de mi vida he desarrollado una cierta relación entre la satisfacción personal y la calidad de lo que esté leyendo. Durante el verano, que fue de locura, me estaba pasando algo parecido con La escoba del sistema, de David Foster Wallace, libro más bien rarillo que recomiendo encarecidamente. La diferencia es que no tenía la misma conciencia de ello.
            Cuando eres un niño que se pasa las tardes solitarias de la aldea leyendo y soñando con ser escritor, cuando además empeñas tu futuro laboral por estudiar Filología Hispánica, es lógico que acabes desarrollando una relación emocional con los libros. Me doy cuenta en momentos como este, o cuando muere un escritor con el que has disfrutado tanto, como fue el caso de Carlos Fuentes; esto hace que las palabras que llenan la página que tienes delante tengan el poder de alterar tus emociones. En este caso lo mejor que se puede hacer es leer buenos libros, bien escritos, sin desdeñar, como dije anteriormente, obras que simplemente te entretengan. Los primeros serían romances intensos, que dejan marcas en el alma, y los segundos serían rollos de una noche, con los que simplemente estás decidido a pasártelo bien sin mayores consecuencias. El caso es, como siempre, leer, para que ese universo que alguien ha sido capaz de crear a partir de la vida y el lenguaje cumpla su función de alterar el tuyo, alegrarlo o sacudirlo.


domingo, 6 de octubre de 2013

EL DESNUDO Y EL VERSO, LA PROMETIDA EXPLICACIÓN



     La mayoría de los que leen este blog me conocen, supongo, pero habrá gente que no, y que han ido entrando de vez en cuando y han leído los diversos “desnudos poéticos” que he publicado en esta página. En las sucesivas entradas prometía una explicación, y aquí está.

     No hay más verso que la piel es el título de un libro en el que he estado trabajando los últimos dos o tres años, que se dice pronto. Es una indagación en el desnudo femenino como sujeto poético y como icono de belleza desprovisto de erotismo per se. Como algunas grandes ideas (no digo que esta lo sea, pero es de las pocas más o menos originales que he tenido a lo largo de mi trayectoria literaria), nació en un bar a la vuelta de la madrugada, mirando a una colega. “Un día te desnudas y te escribo un poema”, le dije, de forma espontánea, sin pensarlo; mi sorpresa vino cuando me dijo “vale”. Entonces lo pensé, tuve uno de esos momentos de claridad que le vienen a uno de vez en cuando e imaginé que de ahí podía salir un libro, un buen libro. Lo siguiente fue el proceso en sí: buscar modelos, crear una forma poética concreta que diese unidad al libro, etc…

     Lo de buscar modelos ha sido lo más difícil de todo, como era obvio. Preguntar, en una ciudad como Pontevedra, a una chica (primero amigas, después gente que iba conociendo o, incluso, perfectas desconocidas) si quería desnudarse para que pudiera escribirle un poema suscitó una serie de reacciones diversas. Desde la sorpresa al entusiasmo, pasando por falsos compromisos que luego nunca tomaban forma o negativas rotundas. Los fotógrafo o los pintores lo tienen más fácil, es un suponer, porque el desnudo forma parte de su “material de trabajo” desde siempre. Es difícil explicar que sólo  vas a estar ahí sentado, escribiendo, mientras ella permanece desprovista de ropa.

     Lo divertido ha sido el proceso creativo: pergeñar un sistema métrico que se corresponda con los diferentes tipos de cuerpo, buscar imágenes que fijen el momento, la personalidad que irradia la persona, la reacción ante su propio desnudo (espontaneidad, indiferencia, timidez…) y en definitiva dotar de unidad y sentido a un proyecto que de por sí era nuevo para mí. Es el primer libro de poemas que siento como “orgánico”, como un trabajo unificado.

     Comencé con un plan sencillo: un libro corto, un puñado de poemas en los que explorar el desnudo y sus implicaciones estéticas, pero con el tiempo ha ido creciendo, cada poema supone una explosión emotiva que me muestra cosas nuevas del verso mismo. La obra se desbordó por su propia naturaleza experimental, y por el momento tengo más de cincuenta poemas. En cada uno he vivido un momento único, especial, de comunicación con la persona que se prestaba al experimento; siempre dije que la escritura es una actividad estrictamente solitaria, y escribir No hay más verso que la piel me ha permitido sentir que lo que hago es sólo mío en parte, también pertenece a esa persona que está reflejada en las estrofas. Ha sido una búsqueda, una ruta de versos hacia algo desconocido. Gracias a este libro he avanzado en el dominio de la métrica y la acentuación rítmica de los versos. He aprendido y he disfrutado. Ante las preguntas típicas: “¿Cuándo lo va a acabar?”, ¿Y no escribes a hombres?” he encontrado respuestas en mí mismo; lo acabaré cuando ya no me sorprenda lo que encuentro al escribir un poema, cuando ya no haya nada nuevo que contar, o mismamente cuando observe el manojo de poemas y sienta que ya necesitan ver la luz; en cuando a los hombres… las mujeres para mí forman parte de ese eterno artístico, su desnudo tiene una iconicidad propia fruto de años de elaboración artística, además de ser para mí lo “desconocido”, lo “diferente”.


     No hay más verso que la piel porque no hay más poética que el desnudo; así, este libro ha sido un gran descubrimiento en cuanto a lo que puedo hacer con el género poético. Me siento afortunado y estoy eternamente agradecido a cada una de las voluntarias que han prestado su desnudo para que pudiera llevarlo a cabo. Y, por supuesto, si alguna mujer quiere su poema, estoy dispuesto a escribirlo, porque sé que será algo único.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

ROMPER, ROMPER Y ROMPER

              Hay que pelearse siempre con uno mismo para escribir. Hoy, que me he levantado con esta especie de rebote interno, he llegado por enésima vez a esta conclusión. La búsqueda de un estilo propio, como ya he explicado en este blog más veces, es un viaje sin fin y con muy pocas recompensas. Sin embargo, lo peor de todo  es que una vez se encuentra algo hay que olvidarlo cuanto antes para no convertirlo en una fórmula. Un amigo muy inteligente me dijo una vez que en la vida vas recogiendo herramientas cuyo uso desconoces hasta que las usas, y la literatura es igual.

            Durante todo este viaje que ha supuesto el libro de poemas de desnudos (prometo de nuevo explicarlo con detalle aquí mismo algún día), me he adentrado en la métrica, el acento, el ritmo formal del verso. Me ha servido para muchas cosas, entre ellas para ser capaz de escribir endecasílabos perfectamente medidos de forma casi automática. En esto de la poesía la métrica es un molde perfecto, que te permite tener el ritmo de antemano y ocuparte de otras cosas. Sin embargo, ahora que puedo decir que domino las técnicas estoy intentando librarme de ellas.

            Decía Camilo José Cela que en la literatura, cuando todo el mundo huele de una forma, no hay que intentar oler más fuerte, sino oler a otra cosa. La originalidad es muy difícil, pero al menos hay que intentarlo. Así ocurre con las lecturas, de pronto te salta un novelista como David Foster Wallace y te encuentras con que todavía se puede rizar el rizo de lo que es una novela.

            A lo que pretendo llegar es a que, cuando uno va teniendo oficio, el peligro es quedarse en lo que se sabe hacer, porque funciona. Es como las canciones de Fito y los Fitipaldis, que siempre están escritas de la misma forma (si este blog lo leyese mucha gente me caerían un montón de palos). Cervantes cogió un género popular y lo rompió en mil pedazos, vale que es una comparación ambiciosa, pero hay que aspirar a la excelencia, como diría el presidente del Real Madrid.


            La literatura es divertida porque es infinita, y uno no debe negarse a sí mismo el placer del salto sin red, aunque nos golpeemos contra el suelo de la frustración. Cuando algo se ha dominado y sólo nos queda repetirlo y regocijarnos en nuestro éxito (suena exageradamente optimista, ojalá me pase algún día), lo que hay que hacer es intentar otra cosa, romperse contra el muro del cuaderno con la esperanza de que algo nuevo surja de las cenizas de nuestro intento.   

martes, 3 de septiembre de 2013

Gintónic

Este poema es un homenaje sincero y el cumplimiento de una promesa. Para ti, Diana, que sé que has pasado por momentos difíciles últimamente. Te prometí este poema hace mucho tiempo, puede que no sea mi mejor poema, pero lo quiero mucho, como a esos hijos que te salen rebeldes. Además, me recuerda a ti.

GINTÓNIC

Verano
eran gintonics en la terraza,
era sol y tu piel tan lejana
como cerca estabas cada día, 
verano
eran futuros en palabras,
dibujar los sueños en la tarde
y un recuerdo de rutas interpuestas;
verano
era el malecón de Bouzas
dejando atardecer en nuestras vidas
y fabricando recuerdos indelebles.

Fumamos pitillos y bebimos mucho,
ganamos el mundial 
y también bebimos mucho.

La dinámica efímera
de aquel paréntesis
nos dejó marcados.

Yo te miraba
y te deslizaste, sutilmente,
al cuarto de al lado...

y envidié cada gemido que escuchaba;
me quemó cada momento en que
fui huérfano 
de todos los abrazos del planeta.

Pero a pesar
del envés de la historia
algo nació de aquellos días
de viajes sin Ítaca,
 una verdad que tú y yo sabemos:
que no habrá, para nosotros,
tiempo ni distancia.
 
 

lunes, 26 de agosto de 2013

Monólogo desordenado en la ventana


Me murió el ordenador, y he tenido dificultades con el acceso a internet, cosas de ser pobre. En fin, he vuelto en cuanto pude. Este poema lo escribí específicamente para el fanzine elaborado por el grupo artístico Cataclístics (en esta ocasión Cataclístics Dispersonics), para la XVII Bienal de Arte de Vilanova de Cerveira, en la que elaboramos los fanzines en vivo y en directo, interactuando con el público. Muchas gracias a Pedro Oliver por hacerme partícipe de ello y permitir que me una a los Cataclístics, aunando así el arte plástico con el literario. Es una dispersión, en este caso poética, nacida del lema de los Cataclístics para esta Bienal: "Crisis en el proceso creativo". Espero que os guste.
 
MONÓLOGO DESORDENADO EN LA VENTANA

Adolescentes
con shorts ajustados
y sexo todavía
entre interrogantes,
un paradigma que se rompe
entre miradas culpables;
(este todo a cien
con erotismo incómodo
por vocación comercial
es un buen reclamo).
Hubo un momento
en que crear
era el fruto de la exhuberancia,
monumento casi onanista
de ociosidad cultural.
 vivir, literariamente,
por encima de nuestras posibilidades.
y deambular
como si ser poeta 
te dotase
de una identidad distinta,
como si la palabra poeta 
fuese un apellido de alta alcurnia.
Quizás ese desfile
de presunto hímenes
solivianta en mayor forma
que las palabras aprendidas
tras tanto telediario;
pero es un acervo descarnado:
crisis, rescate, prima de riesgo,
estafa en definitiva.
Qué más quisiera que escribir
fuese una línea de combate,
  ahora la palabra
es un escaso necesario,
estrofas low cost
que muestran lo cutre
de la vida que nos permiten.
Eso haremos, entonces:
crear como imprescindible
militancia,
pinchar la burbuja 
de la deconstrucción,
tumbar poemas nudistas
en la toalla, cerca del mar,
gritar como si nadie nos oyese,
cambiar sistema por sin tema,
por sintagma, por sin techo,
dinamitar cimientos léxicos si es posible...
y que sea lo que Dios quiera.

sábado, 6 de julio de 2013

ANTE EL CINCUENTA ANIVERSARIO DE RAYUELA

Nota: se puede leer este artículo todo seguido, corto como es, y prescindir de los párrafos numerados del final sin ningún cargo de conciencia, o saltar a ellos cuando se indique y luego continuar por donde se había dejado el texto. 


   Cuando siendo un adolescente iba aprendiendo sobre literatura a salto de mata en un magnífico taller de escritura llevado de un modo informal por escritores aficionados que me triplicaban la edad (Yolanda Navarro, magnífica poeta entre ellos), llegaba a mis oídos continuamente el nombre de Cortázar. Sin embargo, no llegué a él hasta un poco más tarde, después de un desordenado periplo por la narrativa hispanoamericana que había empezado con Cien años de soledad. De repente, con Historias de cronopios y de famas se abría un mundo nuevo, frase tópica donde las haya, una forma distinta de estirar y encoger el lenguaje, de contar las cosas (párrafo 1). Así, mi admiración por Cortázar se hizo definitiva con Rayuela.
    Todo ese juego del escondite entre el narrador y la Maga me fascinó, así como los capítulos prescindibles y el orden alternativo de la narración, que me recordaba a los libros de elige tu propia aventura que leía de niño. Me encontraba con un libro que me arrojaba a la cara todos mis conceptos sobre el orden narrativo. Además, os cuento un secreto, Cortázar escribió siempre como a mí me hubiese gustado escribir. Como ya he dicho con anterioridad, soy un lector bastante desordenado, así que me faltan bastantes libros de este autor por leer (párrafo 2), así como de muchos otros que me gustan, pero con las páginas que han caído en mis manos es suficiente para dar lugar a una admiración incondicional. Rayuela me dio París como ningún libro me lo ha dado antes, así como las ganas de fumar gauloises y hablar de literatura. En la única novela que escribí por el momento, hay un capítulo en el que debaten acerca de la expresión literaria y la pictórica, que hice en homenaje al debate literario que alberga uno de los capítulos del libro cincuentenario (párrafo 3).
      Las grandes novelas resisten el paso del tiempo, y Rayuela lo hace, enseñándonos que no hace falta contar una gran historia para escribir un gran libro, sino solo escribir un gran libro. Cada palabra de Cortázar vale su peso en lentras, en historia de la literatura (párrafo 4), y espero que sigamos leyéndolo.


      1.-Contar como si no se contase, escribir cual si pensase en varios idiomas a la vez, coger las palabras y tratarlas como juguetes. Me susurra la Maga que no lo intente, que hable de Julio sin más, que su modo de pintar con el lenguaje es inimitable... yo no sé si continuar con esta entrada y vomitar un conejito.

     2.- Instrucciones para escribir una entrada sobre literatura: sitúese delante del ordenador con aire circunspecto. Ponga los dedos sobre el teclado en posición de clase de mecanografía. Teclee lentamente, mascando cada palabra como si fuese chicle. No olvide citar a sus autores de cabecera, y procure que sean cultos. Cuando el artículo esté acabado, tomar el ratón con las manos, suavemente, y dirigir el cursor al icono publicar...

     3.-Dicen que Cortázar no murió, que habita una fina línea a dos metros del horizonte, acompañado por cronopios que le mecanografían los textos.

     4.- Una fama me dijo que lo que la Maga insinúa es cierto, que este atículo es un pedante intento de homenajear a Cortázar y a sus juegos literarios, pero es que yo fui siempre muy juguetón.

jueves, 13 de junio de 2013

CERTÁMENES Y PREMIOS

     El otro día leí que Roberto Bolaño - escritor buenísimo, por cierto, del que a todos recomendaría leer Los detectives salvajes - sobrevivió durante sus primeros años en España a base de certámenes de provincias. Supongo que esto, como todo lo que se cuenta de los escrirores, tendrá su punto de exageración y bastante de verdad. Yo he dado en llamar este mes "el de la escritura mercenaria" porque pretendo presentarme a cuantos concursos pueda, a ver si alivio mi complicada situación económica
     La vida del escritor, si pretende uno que sea su única vida, es bastante complicada. Todo el mundo tiene derecho a cobrar por su trabajo, pero tiene que haber alguien dispuesto a hacerlo. Ahora, que lo difícil es encontrar cualquier empleo en general, tira uno de la vocación a la que se ha dedicado gratis toda la vida, por el puro placer de construír mundos, con la intención de arañar algún premio. Ya dije aquí hace unos meses que admiro a los escritores que se forran con su oficio, pero no es esta la reflexión que pretendo con esta entrada.
     España es un país increíble en ciertos aspectos, y uno es el de los concursos literarios. Tengo la teoría de que todo ayuntamiento e institución que no sabe qué hacer con el presupuesto para cultura monta un concurso literario (bueno, en Galicia una fiesta gastronómica, pero eso es otra historia). Esto es, sinceramente, de agradecer. Toda vocación artística implica un nivel de compromiso altruista, una pelea constante con las propias limitaciones y la calidad de los referentes en los que se inspira. Además de cierta competencia fraticida que he dado en observar en algunos momentos, aunque por suerte no en mi entorno más directo. Digamos que el arte es un delicioso acto de egocentrismo, y como tal no ha nacido para ser retribuído.
      Sin embargo, si uno bucea por la red, encuentra interminables listas de concursos, consejos para presentarse e indicaciones varias. Hay un mundo subterraneo por el que ciertos escritores más hábiles que yo en estas lides se mueven como pez en el agua, con una técnica depurada para satisfacer las demandas de extensión y contenidos exigidas por las bases. Al igual que los autores clásicos dedicaban sus obras al señor de turno para congraciarse y lograr su mecenazgo, los concursos dan la posiblidad  de obtener algún ingreso extra y sentirse por un momento excritor profesional.
     Muchas veces, de todos modos, ocurre lo de siempre, que escritores con una trayectoria importante también necesitan el dinero; y entonces ganan esos premios que tú tanto ansiabas. Uno por momentos siente cierta rebeldía ante ese hecho, pero no puede más que comprenderlo. Nadie especifica en las bases, casi nunca, que el participante tenga que ser amateur, pero ahí es donde entra la competencia pura, de igual a igual. Los concursos acaban convirtiendo el arte en mera competición, pero son necesarios si uno no tiene una editorial que lo respalde o la suficiente habilidad como para saltar de Internet a la fama.
     Lo importante de todo esto es que, en el azaroso recorrido del que pretende dedicarse en cuerpo y alma a la creación literaria, hay un difuso currículum que se va nutriendo de publicaciones, galardones y participación en diversos eventos. Es que una cosa es la literatura y otra el mercado literario, y los concursos varios son una de esas puertas al mercado por las que uno puede entrar sin sentirse como si estuviese vendiendo su alma.
      

miércoles, 15 de mayo de 2013

DECÁLOGO DEL POETA MALDITO


Como ando apretado de tiempo, últimamente tengo el blog un poco abandonado y no puedo escribir largas y profundas reflexiones, así que he elaborado un decálogo del poeta maldito. Una guía para todos esos escritores que sueñas con ser Rimbaud, Leopoldo María Panero o Bukowski, entrando en esa laboriosa identidad de poeta que triunfa tarde mal y arrastro. De todos modos, ninguno de estos tres triunfó demasiado tarde… Ahí va:

1.- Soy poeta: cuando te pregunten a que te dedicas dilo y después, con gesto grave, explica que en realidad eres poeta, pero que no vives de ello.

2.- La poesía no vende: esa es una forma, bastante certera, por cierto, de explicar por qué uno trabaja en el Burger King mientras escribe versos ultraístas. La poesía no es un género comercial, pero es que en realidad no tiene por qué serlo. Ha sido minoritaria siempre. Si quieres comer de ello escribe Best-sellers. También está la opción, mucho más estética, de no trabajar y ser pobre, dónde va a parar. Así, eres un poeta puro, que no te vendes a esta sociedad capitalista de mierda.
3.- No me comprenden: aquí hay un elenco de excusas magníficas, como que eres un adelantado a tu tiempo, o que deberías haber nacido en el siglo XIX, cuando sí se apreciaba a los poetas. Supongo que el menor porcentaje de población alfabetizada es un indicativo de ello. También puedes argumentar que eres demasiado exigente con el lector.

4.- Las drogas: las drogas están en el atrezo de todo malditismo que se precie. El alcohol sobre todo, ya que el opio está más desprestigiado. Queda muy vistoso esto de que te encuentren con un coma etílico y unos cuantos versos incomprensibles escritos en servilletas de bares. Además, un poeta siempre otorga a un bar un cierto prestigio de antro de bohemios.

5.-La envidia: esto es básico, muy muy básico. Uno no triunfa por las envidias ajenas, no se habla de nuestros versos porque los otros poetas nos tienen ojeriza, los críticos nos tratan mal a sabiendas y los editores son cortos de miras. Nunca es porque no se tiene tirón o porque no se es bueno, dónde va a parar. El premio de poesía al que te presentaste y no te otorgaron “estaba dado”, porque estos premios son para dárselo al coleguilla de turno.

6.- El sexo opuesto (o el propio): iba a escribir “las mujeres”, pero bueno, también está gente como Gil de Biedma o Alfonsina Estorni. El desamor perpetuo, ese que te jode la vida, que enturbia tu mirada en cuanto lo recuerdas como si tu interior fuese una inmunda marisma de Nueva Orleans. Seducir a muchas personas pero acabar llorando ante el amor perdido, o no seducir a nadie y quejarte de que estás salidísimo y de que tu destino es acabar solo en una casa con muchos gatos, si es que vives lo suficiente.

7.- El dolor: vamos, que hay que estar triste casi siempre. Sé que esto entronca con el punto anterior, pero se trata de una tristeza mas generalizada. Un deje de gravedad sin el cual ni eres un maldito ni eres nada. Se supone que la creación artística sirve para canalizar ideas y sentimientos, pero si eres un maldito sólo debe servirte para sufrir. Sufres porque te duele la vida, porque tu poesía no llega a quien tiene que llegar (todo el mundo), porque vivimos en un mundo injusto o porque sí, qué coño, que para algo eres un maldito. ¿Dónde se ha visto un poeta feliz?

8.- Podría publicar, pero yo no me vendo: evidentemente, siempre tendrás esa editorial que un día te ofreció publicar, pero tenías que cambiar dos comas y eso es intolerable. Además, publicar estando todavía vivo es de muy mal gusto para un maldito. Si acaso, un solo libro que apenas leyeron unos cuantos privilegiados.

9.- Una vida corta: yo esto no se lo recomiendo a nadie, pero es que si quieres ser un maldito de verdad no puedes llegar a viejo. Está bien morir de alguna enfermedad exótica cuando se hace contrabando de armas en África. Evidentemente una vez te mueras tu poesía será de verdad apreciada y todo el mundo se preguntará por qué no lo han visto antes.

10.- La falsa humildad: a la hora de hablar de uno, debes dejar ver una humildad impostada. Escribir, como todas las artes, conlleva un alto grado de egocentrismo, pero como verdadero maldito debes hacer ver que no, que a pesar de hablar mucho de ti, de “tu obra”, es porque te importa y no porque te consideres enorme y un precursor de la nueva poesía universal. Esto no concuerda mucho con el punto cinco, pero nadie dijo que vaya a ser fácil.

Con estas sencillas pautas ya puedes ser un genuino poeta maldito. No deberías, además, olvidarte de escribir, pero eso ya no es tan importante.

Dedicado a todos los poetas malditos que conozco, y a Adrián, “H”, que aunque no es poeta comprende la importancia del malditismo como Dios manda.

miércoles, 1 de mayo de 2013

A TENOR DEL PRIMERO DE MAYO, CELAYA VIVE.


Hoy, primero de mayo, quiero dejar aquí este poema que escribí ayer. En él abarco los temas habituales, pero con una indignación creciente por la situación que nos rodea. Hoy más que nunca, la poesía es un arma cargada de futuro.


PANPOEMA CON CELAYA

Con esta soledad innominada
que hiere cada poro de mi cuerpo
y en medio del indigno panorama
que rompe con el pacto establecido
reclamo que los versos todavía
cimentan la osadía de la lucha.
¡Qué bien habló Gabriel de la poesía,
el arma que él cargaba de futuro!
De poco nos sirvió tanta certeza
si siguen gobernando
los hijos del verdugo.

Acuso la inconstancia del discurso
(un mero arrebato de metáforas),
el verbo se atropella maldiciendo
la piel que es mero hueco de su ausencia,
la estafa que derrumba los deseos;
intento hablar de todo y me resulta
un cúmulo de voz insuficiente
que abarca demasiado, que se rompe.
Así que intentaré empezar de nuevo
poniendo un poco en orden
concepto y contenido:

Primer punto del orden de este día:
lo frío que es el clima de mi cama
(el ego del poeta solitario)
que duele hasta la tinta que lo cuenta.
El tema principal, acto seguido:
el hambre de saqueo que de pronto
ostentan con violencia los de siempre
quitándose la máscara ominosa
de tiempo acumulado entre mentiras.
Espero que por fin
quedase todo claro.

lunes, 29 de abril de 2013

ENCUENTRO-DESENCUENTRO

El otro día volví a escribir un desnudo después de bastante tiempo y sentí de nuevo toda la emoción que entraña este libro. Muchas gracias a la voluntaria por hacer nacer las palabras...

ENCUENTRO-DESENCUENTRO

¿Acaso habrá palabras en la búsqueda
que abarquen la grandeza de lo íntimo,
los mínimos matices que se esconden
al ritmo del desnudo cotidiano?

Encuentro ante su imagen más preguntas
-morena piel de cálidas respuestras-
que crecen a la par que las respuestas
y sirven de motor a este momento.

El ritmo se recrea
y avanza sin descanso
herido de hermosura.

Florecen frases como por descuido
("la curva exhuberante del misterio")
se asientan en su forma deslumbrante
de rocas esculpidas por el viento

y siento en el encuentro la violencia
que vibra en un rumor de siemprevivas;
su forma generosa en los conceptos
se enfrenta a la aridez del diccionario.

Por veces el poema 
merece el resultado
al filo de su cuerpo.


jueves, 25 de abril de 2013

PONTIFICANDO (I)

     He decidido hacer una serie de entradas con todas esas verdades que uno puede tener a mano a la hora de discutir de literatura como si hablásemos de fútbol, en atención a la rica tradición española de pontificar cuando se discute. Mis amigos siempre me acusaron de sentenciar cuando hablaba, pero un día aprendí de la difunta Maria Victoria Moreno que no existen las humildes opiniones. Así que, para empezar, aquí van unos cuantos "argumentos":

     - De toda la tradición literaria gallega, sólo con saber que hemos aportado a Cunqueiro al mundo, ya tendríamos suficientes motivos para estar orgullosos.

      - Algunos libros te hacen vivir ciudades como si hubieses pasado allí unas vacaciones, como es el caso de México D.F. en La región más transparente o París en Rayuela.

       - Cualquier niño cursi de un colegio pijo, con un diccionario, podría escribir poemas de amor como los de Antonio Gala.

       - El realismo mágico es una prolongación hispanoamericana de la literatura gallega.

       - En el siglo XX no existe una novela en español como La saga-fuga de JB.
     
     - Los escritores americanos (los buenos) son narradores natos, con una agilidad de la que adolecen muchos europeos, tal vez por el peso de la historia.

    - A Juan Rulfo le bastaron aproximadamente doscientas cincuenta páginas para formar parte del patrimonio literario de la humanidad. A otros no le llega ni con miles de páginas.

     - Explico algunas cosas, de Neruda, es el mejor poema que se ha escrito sobre la Guerra Civil Española.

       - Nada, de Carmen Laforet, es un buen libro a pesar de que su autora parece no saber puntuar un texto como es debido.

     Por hoy está bien, ahora, si queréis, que me lluevan los palos.  

martes, 23 de abril de 2013

HOY ES EL DÍA DEL LIBRO



Quizás porque en la aldea no siempre había mucho que hacer, o porque en mi casa había muchos libros o por la buena educación que recibí, pero me recuerdo leyendo siempre. Miraba los cuentos incluso cuando todavía no sabía leer, con esa fascinación por los dibujos impresos y las historias que, intuía, albergaban dentro de ellos. Después, tras los cuentos infantiles, fui un poco al revés que el resto de los niños: empecé leyendo La guerra de los mundos y más tarde a Enid Blyton y demás autores del universo infantil. El caso es que los libros siempre estuvieron ahí para hacerme compañía, para convertirme en el niño grande que soy ahora. Además, Internet no existía y había que entretenerse con algo.
            Casi desde que empecé a leer ya escribía, aunque tengo gravado en mi memoria el momento exacto en el que decidí ser escritor, con apenas nueve años. Creo que el recorrido a través de los libros es algo muy personal, como una historia de la propia intimidad narrativa. Uno va saltando de autor en autor, de página en página configurando parte de su mundo interior. La pasión por los libros empezó en mí antes que la música, paralela con la televisión, eso sí, pero pertenezco a  mi generación y no puedo negarlo. Así, sé también que los dibujos animados y las películas que vi de pequeño conformaron mi imaginario de ficción, pero ese es otro tema, hablábamos de libros.
            Sin darme cuenta acabé estudiando Filología, por lo que me vi inmerso en la obligación de leer muchos, muchísimos libros durante mis años de universitario. Gracias a lo cual accedí a lecturas que no hubiese hecho de otro modo, además de a otra forma de enfocar un texto cuando me enfrento a él, pero siempre albergaré a ese niño que se deleita leyendo historias de dragones, agentes secretos y otras tantas aventuras. Al niño que fascinó con la lectura de El corsario negro. Como dicen en mi tierra, el daño ya estaba hecho. El caso es que los libros forman parte inherente de mi mundo personal, como del de mucha gente que hoy está de enhorabuena, porque los libros, a mi juicio, bien se merecen un santo, bien se merecen este día.