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viernes, 25 de noviembre de 2016

OTRO TÍPICO POEMA PARA EL VEINTICINCO DE NOVIEMBRE

En cada familia
hay una abuela diciéndote:
“deja que lo haga tu hermana,
que es una mujer”,
un padre que te pide
que cuides de ella
y que no vaya sola.
En cada hoga
hay un
“tú así no sales de casa”;
siempre, siempre un
“qué pensarán”
que hará que de una forma u otra
parezca una puta.
Hay también una madre que expone
que eso, aquello o lo otro
queda feo en una mujer
o que se levanta de la mesa
cuando su marido pide un segundo plato.
Sé que todo esto son lugares comunes,
que todos los años,
en veinticinco de noviembre,
alguien escribe cosas parecidas en su muro de facebook
y los adolescentes las leen,
y comparten memes en los que se dice
que si pegas a una mujer no eres hombre,
para después, el sábado,
controlar los whatsapps de su novia,
mear en sus piernas para marcar territorio
y no te acerques a ella que es mía.
Pero es que la realidad se construye
con esos lugares comunes
que hacen que casi pueda tocar la cuerda
que va desde tu abuela a la bofetada,
a la humillación,
a la muerte engalanada de pancartas
y minutos de silencio,
de gestos solidarios,
de veinticincos de noviembre.
Así que sí,
yo,
hombre en la medida de lo que este mundo
te deja ser hombre,
a veces libre por pequeños momentos
puede que cuando el mundo no mira,
voy a escribir el típico poema de estas fechas,
como quien canta un villancico en Nochebuena
o decide escribir algo en gallego el diecisiete de mayo.
Dirán que es coyuntural,
pero,
ya que no puedo cortar la cuerda,
igual, por un segundo,
puedo hacerla vibrar
y volverla visible.

sábado, 19 de noviembre de 2016

OTOÑAN LAS CALLES...

Otoñan las calles
con manos frías,
pero yo
te abrazabrigo
contra el mal tiempo,
lunilumino tus pasos
y desinvierno las sábanas.
Encamados,
encaminamos nuestros cuerpos,
primaverando porque sí,
aunque sea noviembre.
Porque nuestra única estación
es aquella
en la que uno espera al otro.

viernes, 21 de octubre de 2016

ME PARECE BIEN BOB, AUNQUE YO QUERÍA A PHILIP

    For the times, there are a changing...
Bob Dylan 

    Estaba yo de viaje cuando escuché la noticia (hay noticias que hay que escuchar por la radio): Bob Dylan premio Nobel de literatura. Me pareció escuchar mal, así que permanecí atento hasta que lo confirmaron. Y era cierto: un cantautor gana el máximo galardón literario del mundo, el premio a toda una carrera. Es un caso extraño y desató una fuerte polémica en la prensa y en las redes sociales, acusando a la Academia sueca de populismo, esa palabra tan de moda, y de fomentar el intrusismo profesional. Nunca cae el Nobel a gusto de todos.
     Yo quería a Philip Roth, lo reconozco; llevo años deseando que le otorguen el galardón antes de que se nos muera y pase, junto con Borges o Cortázar, al olimpo de las grandes plumas que nunca lo obtuvieron. Roth es autor de una obra monumental, inmensa, llena de fuerza y talento, y antes de asumir su propia decadencia decidió retirarse honestamente y dedicarse a cuidar el jardín de su casa. Uno de los grandes que, espero, lo recibirá el año que viene o el siguiente.
     Con esto no quiero decir que tenga nada contra la decisión del jurado sueco. En su argumentación lo erigían como símbolo de la revolución contracultural de los setenta que, para qué negarlo, cambió el mundo en la medida en que puede hacerlo un movimiento cultural, que es alterando algunas conciencias y rompiendo la perspectiva habitual. Dylan se carga de música para contar letras, para escribir historias y darle la vuelta al mundo. He de reconocer que no tengo un gran conocimiento sobre sus canciones, en su mayoría debido a mi pereza y el limitado conocimiento del idioma inglés, más todavía en la variante nasal y a veces ininteligible del cantante de Minnesota  (he tenido que buscar la ortografía de este topónimo), sin embargo lo que me ha ido llegando me permiten adivinar la dimensión universal de sus letras y me hace pensar que ha sido un acierto premiarlo.
     Hace tiempo publiqué en este mismo blog un par de entradas que titulé Envidia de los músicos, en las que exaltaba esa capacidad que tienen los cantatutores de expandir su mensaje a caballo de la melodía, algo que, por Dios, mataría por hacer algún día, pero el don de la música se me ha sido negado. Dylan representa todo esto: la música y la letra, el compromiso, la generación que se negó a creer en que el mundo sólo podía ser de una forma, los derechos civiles, las grandes pequeñas historias, y que los tiempos, como demuestra su galardón, están cambiando.

jueves, 6 de octubre de 2016

LOS MILES

LOS MILES
Los miles de muertos,
los miles,
los miles de excusas,
los miles de portadas,
titulares, cabeceras
de miles de telediarios;
los miles de rescatados
y otros tantos ahogados en las aguas
del milenario Mediterráneo.
Los miles de historias
de miles de páginas
que cuentan sus vidas,
que gritan sus muertos.
Los miles de demagógicas razones
que insultan, denigran, humillan
al que viene
y deshumanizan al que las esgrime.
Miles de años
echados por tierra,
sumiendo nuestra historia
en el fondo marino
tras miles de millas,
millones de pasos
por querer seguir vivos.
Y yo declamo
mil veces
¡Vergüenza!
y me faltan mil versos,
mil imágenes
que azucen
las miles de conciencias
culpablemente dormidas,
y me siento incapaz
de escribir
una frase por cada muerto,
un perdón por cada bomba,
una metáfora por cada imbécil
que levanta un muro
con las piedras de la desmemoria.
(Nosotros que vimos
nuestras ciudades arrasadas,
que huimos llorando
casas y muertos).
Sólo me queda este poema inquieto,
hecho de no poder llenar
miles de páginas
con miles de silencios
construidos con relatos
que ya nunca podrán ser contados
con su propia voz.
Porque vendrán miles,
millones,
y otros tantos morirán
sobre sus pasos de arena,
y seguirán sin mirar
miles de ojos.

viernes, 9 de septiembre de 2016

Dieciocho de julio

18 DE JULIO

Todavía hay quien defiende
a los asesinos,
salvapatrias,
salvadores de los suyo
que temen a los muertos
enterrados en olvido;
les llenaron de tierra
la garganta para gritar
y los ojos que veían la injusticia.
Los defensores de los asesinos
señalarán siempre a Otro
para equipararlo
y diluir la culpa
que debería atenazarlos
arañar el nervio de su conciencia.
Así,
Las víctimas han de escuchar de sus verdugos
la blasfemia
de la muerte compartida.
Pero ellos ya desenterraron a sus nombres,
los lucieron en iglesias
y camposantos,
les alzaron cruces
y los trataron como cruzados,
condenando tantos y tantos otros al silencio,
un silencio que chirría, que daña los oídos,
que se pega a las paredes del cerebro,
que es el vacío de los vencidos.
Y no habrá justicia
con la memoria soterrada,
no la habrá,
nunca,
con la mirada sanguinolenta

de los que niegan la verdad.

jueves, 25 de agosto de 2016

¿Y si de pronto me río?

¿Y si de pronto me río
-pregunto-
si comienzo a reírme  poco a poco,
como quien no quiere la cosa,
primero con disimulo,
por lo bajo,
y después a mandíbula batiente
como olas en acantilados?
Voy a reírme sí,
 a dejarme reír
sin medida,
voy a troncharme,
a partirme la caja torácica
con una risa desenfrenada.
Voy a reírme con todo por lo que antes lloraba:
romper con la risa el silencio de la indignidad,
la discreción de los vencidos por el mundo;
arrasaré con el torrente de la risa
todas las lágrimas que hemos vertido,
atronando las orejas de los que no quieren oír.
Y pasará la gente
entre sorprendida y burlona,
con gesto de vergüenza ajena,
pensando que estoy loco.

Porque me he cansado de llorar.

martes, 21 de junio de 2016

TENGO UNA IDEA GENIAL

   Agarra una buena máquina de escribir 
y mientras los pasos van y vienen más allá de tu ventana 
dale duro a esa cosa, 
dale duro. 
Haz de eso una pelea de peso pesado.

Charles Bukowski 


  Tengo una idea genial, de esas que surgen así, de repente, cuando vas en el autobús o esperas en la cola de la caja del supermercado. Algo que siembra en tu cuerpo la impaciencia de ponerse a escribir. Sí, esta es: la historia que llevaba tiempo queriendo contar sin saberlo, que estaba ahí sin estarlo. 
     Va creciendo en mi cerebro, germinando a partir de esa pequeña semilla que logró ver la luz en ese momento súbito de inspiración en el que se basa la fe de los escritores. Puede que fuese abonado con las decenas de libros leídos en los últimos tiempos, o con la observación de la vida que nos rodea. No importa; crece feliz, dicharachera, a veces en forma de concepto y otras, las menos, como un manojo de palabras de un verde brillante, vital, ilusionante.
     A veces me la guardo, hasta que en algún momento se la cuento, por ejemplo, a mi novia, que, pragmática cómo es, me pregunta cuándo empiezo. Ahí está el abismo, y no es porque ella me lo pregunte, sino por que alguien ha destapado una realidad. Todo, en mi cerebro, es bonito y perfecto, refulge de frases bellas y ritmo trepidante o pausado, según lo exija la historia. Todo es espléndido hasta que hay que escribirlo. Así que entonces balbuceo excusas que para mi autodefensa interpreto como motivos, tal cual que tengo que encontrar el ritmo,.el estilo, la forma, el momento emocional... un montón de condicionantes que retrasan el hecho inevitable de que para que esa semilla de verdad se convierta en una realidad hay que ponerse a escribir.
     Ahí está, inevitablemente, el miedo.
     Parte del egocentrismo del autor está en la ambición de ser buenísimo, igual no mejor que otros, pero no peor que nadie; y como has leído mucho el listón está altísimo, y los años pasan sin que seas un Borges o un Torrente, por citar algunos ejemplos. Sin embargo, hay un poema de Bukowski en el que dice que le des duro a esa máquina (de escribir) sin preocuparte por los jóvenes o los nuevos talentos. Viene a decir, en su particular forma de explicar las cosas, que escribir no es más que trabajo. Los grandes relatos de la historia de la literatura son historias sencillas muy bien contadas: El Quijote es la historia de un brote psicótico, La Odisea es Ulises pillando tráfico en la operación retorno, Hamlet es una discusión familiar mal llevada (pasa en las mejores familias), y un largo etcétera que podría poner como ejemplos. Todos ellos son, en conclusión, fruto de horas y horas de trabajo sobre una idea que en un principio era pequeñita, apenas una intuición, un súbito relámpago en la mirada de un contador de historias.
     Si uno se deja llevar por ese miedo, por esa pereza temerosa, se convierte en un escritor que no escribe, en alguien que va dejando caer un párrafo suelto de vez en cuando para reivindicar que tiene talento, que sabe lo que se hace. Alguien que cuenta en las barras de los bares esa gran novela que algún día escribirá, ese proyecto que lo hará famoso. Sin embargo, si en algún momento logro sentarme y convertir esa idea en palabras, en páginas, volveré a sentirme en verdad escritor, algo que a veces se tambalea cuando deposito los dedos sobre el teclado y me puede esa terrible pereza vital, esa desgana, ese querer correr antes que andar.
     Por supuesto que tengo esa idea genial, pero no la escribo porque no encontré la forma, y además no tengo tiempo y no estoy en el momento adecuado... y vuelta a empezar.

martes, 24 de mayo de 2016

MADE IN BANGLADESH

MADE IN BANGLADESH

Cada mañana,
al poco de ponerme el mundo
noto que no me queda bien:
me tira de la sisa, 
me aprieta,
me queda corto
o tengo que usar un cinturón
para que no se me caiga
-cada día es distinto-.
También me da algo de alergia
el tejido
y no aísla bien en invierno. 
En fin, 
que no sé si está mal hecho
o soy yo el que no encuentra
la talla adecuada.
De todos modos
no me va a quedar más remedio que aguantarme,
porque este mundo
ha de ser mi único traje
y funciona dentro de unos
estándares de producción
milimétricamente calculados,
pensados en función
a la productividad y el beneficio.
Es por eso que a veces 
prefiero caminar desnudo
dentro de un poema,
aunque pase frío y enferme,
y quitarme por unos instantes
esta sensación de desajuste
con las cosas,
con el tiempo,
con la vida

viernes, 29 de abril de 2016

GALERNA


  1. GALERNA
Escucha el interior de la caracola,
oirás el grito
de la madre océana
estremeciéndose...
Acerco la lengua a la orilla
y florece el mar
de la calma chicha
al oleaje, 
y de ahí a la tormenta.
Al olor de las mareas
estalla Poseidón desde mi boca, 
agitando las aguas,
dándole esa vida tensa
que produce el temblor;
y sube
y sube
y sube
agita su tridente 
y el mar sube
y siento ya el sabor de la galerna
queriendo alcanzar la costa, 
anegarla sin piedad,
hundiendo los navíos
que transportan prejuicios y límites
y sube
y sube
y sube
hasta que tras la ola final
venga de nuevo la calma, 
medida por la brisa
y la cálida caricia de unos ojos
que brillan,
irreales,
ensimismados,
y pueda levar anclas
hacia tu boca
con el sabor de la salitre.

domingo, 24 de abril de 2016

DE PASO POR FERNANDO DEL PASO

     Lo bueno que tienen los premios como el Cervantes es que sacan a la luz escritores que no conozco, pero que ya merecen formar parte del canon de las letras españolas. Yo soy bastante despistado y he sido un lector muy vago y poco metódico durante muchos años, así que cuando surge un nombre como Fernando del Paso aprovecho para leer cuanto artículo haya en los suplementos culturales sobre él y así solucionar ese déficit que siento tener a veces. 
     Hace unas semanas fui por la biblioteca en busca de algún libro que llevarme a los ojos, y acabé solicitando Noticias del imperio, del recién premiado autor mexicano, que estaba almacenado en el depósito. Cuando me lo pusieron delante me encontré con un volumen imponente, de más de setecientas páginas en formato grande y letra no tan grande. En fin, un libro enorme. No sabía dónde me metía.
     Noticias del imperio es un libro enorme, torrencial, muy bien documentado además, sobre la tragedia de Maximiliano de México y su mujer Carlota. Un cúmulo de estilos, narrativas y maestría con el que me siento afortunado de haberme encontrado. Una novela sumamente recomendable, que hay que acometer con ganas y coraje, una verdadera lección de historia y de creación literaria, una obra maestra, por qué no decirlo.
      
     Este sábado por la mañana fue la ceremonia del Premio Cervantes, y también el día en que llegué a la última palabra de Noticias del imperio. En su discurso de aceptación descubrí a una persona comprometida, denunciando el viraje totalitario del gobierno mexicano; un hombre entrañable, familiar; y sobre todo a un apasionado de la literatura, alguien cuyo discurso me hizo desear darle duro a este teclado para volver a construir universos. Una persona que me incita a leer y escribir solamente por convertirme en alguien como él. Sólo he leído un libro de Fernando del Paso y no sé cuando volveré a enfrentarme a otro, aunque seguro que será un momento irrepetible en mi vida, como lo fue el que acabo de terminar. Sin embargo me he sentido muy identificado con el premio concedido al octogenario mexicano. Porque la literatura es de quien ama los libros, y los reconocimientos sólo pueden llegar a los que, además de escribir bien, representan esa pasión. 
     Hoy me siento orgulloso de esa pasión que me lleva a dejarme los ojos en el cuaderno o el ordenador, porque algún día, aunque fuese durante un segundo de mi vida, podría ser como Fernando del Paso, o como tantos otros que me han hecho sentirme escritor.

viernes, 15 de abril de 2016

Nosotros, que somos gente práctica...

Porque nosotros, gente práctica,
no sabíamos que nos buscábamos,
tardamos en darnos cuenta 
de que nos habíamos encontrado.
Pero ahora surge una certeza,
de esas inapelables,
que perturba el diccionario;
ahora sabemos que cuando decíamos
amor
en realidad pronunciábamos 
el nombre del otro,
y que la palabra
miedo
era un vacío,
una no palabra,
un fonema hueco.
Es así que amar es una lengua,
un infinito sistema 
de signos y referentes
en el que un vocablo
agrupa el tiempo todo,
una mirada
cuenta el húmedo estallido,
la contracción cósmica
del placer sin medida 
entre las sábanas.
Tenemos claro ahora
que hablamos igual,
que hablamos lo mismo,
aunque no lo hayamos aprendido juntos.

jueves, 7 de abril de 2016

leo periódicamente el periódico...

Leo periódicamente el periódico,
las bien mentidas mentiras
de sus artículos tan articulados
que muestran su realidad
de un modo tan realista
que a veces, crédulo, me las creo.
Escojo la línea editorial
alineada con mis ideas
para llenarme, razonablemente, 
de razones.
Cuando me canso de este cansino sermoneo
tiro esos papeles que me empapelan
el pensamiento
y cojo un libro por sentirme libre
(es raro que estas dos palabras no estén relacionadas)
asumiendo que no ser sumiso da trabajo,
que la libertad responsable,
la libertad en sí misma,
liberado de barreras mentales
requiere un considerable esfuerzo;
y así, considerando seriamente
esforzarme en ello,
vuelvo un nuevo día
al diario de la mañana.

martes, 5 de abril de 2016

a veces, dentro de mí se desborda...

A veces,
dentro de mí se desborda
un mar de palabras
y me agarro al papel
para que no me lleve la marea.
Hoy no hay rompeolas
que contenga la palabra Europa,
y es una buena oportunidad
 para incluir el concepto alambrada
en un poema.
Hasta con métrica:
"Se inunda nuestra Europa de alambradas
del miedo que tenemos a su hambre".
(Eran, como podéis deducir,
dolidos endecasílabos).
Hoy, como decía,
no puedo evitar ahogarme
en estos versos
que traslucen cientos, miles,
millones de gritos
recogidos por las cámaras
como en una gran superproducción,
con la diferencia, eso sí,
de que los extras mueren de verdad.
Me sale, así,
esta versificación torrencial y desordenada,
llena de dolor y de vergüenza.
Si observásemos los principios 
de la contención y la armonía,
en lo que a la composición poética se refiere,
cortaría por aquí, tacharía por allí...
hasta quedarme con las palabras
que en verdad
me han herido la lengua al recitarlas,
dejando así una especie de haiku,
facilitando los contenidos
para el consumo de la masa cómplice,
ignorante,
de dudosas intenciones
o, 
por qué no decirlo,
mala.
Sería algo así como:
"El sueño de Europa
se ahogó en la orilla,
sangró en la alambrada;
murió por televisión".

martes, 29 de marzo de 2016

CAMBIO DE HORA

CAMBIO DE HORA

Este atardecer abrupto,
tras el cambio de hora,
es como si pusiese el día de perfil,
mirando de soslayo
e imprimiendo ojeras
bajo los ojos de la tarde.
La luz, a las seis y media,
trae adjetivos de serie,
como mortecina,
que son casi desinencias 
de este súbito cambio 
de la realidad.
Al parecer,
de esta forma ahorramos
un cero coma cinco por ciento
de puestas de sol,
o algo así,
no lo escuché bien;
ahora el telediario
me pilla a la hora de la siesta.

miércoles, 16 de marzo de 2016

ARRANCAR LA HOJA VIOLENTAMENTE

     Pasa mucho, sobre todo cuando escribes en papel, cosa que últimamente sólo hago cuando me doy al mal vicio del verso. Ocurre como gesto de frustración, de bloqueo, de incapacidad incluso, pero... ¿Y lo bien que se queda uno?. A veces, cuando no sale nada y una palabra, un verso, una estrofa o un poema completo se nos resiste no hay nada mejor que arrancar la hoja de forma violenta y arrugarla hasta convertirla en una bola de frustración celulósica. Después dejo el cuaderno sobre la mesa, que hoy está sorprendentemente ordenada, y abro una entrada nueva del blog para escribir sobre el hecho de no escribir en una especie de compensación freudiana. Así, continuando con la comparativa psicológica, ante la incapacidad de acostarme con las palabras desarrollo un onanismo cibernético que consiste en contar sobre lo que no cuento. 
     Ya sé que existe la posibilidad de tachar, de aprovechar, por el bien del planeta, la hoja por el anverso, pero supongo que es un gesto aprendido, sobre todo desde que existen el cine y la televisión, el hecho de destruir repentinamente nuestro primer intento de despegue, y el segundo, y unos cuantos hasta encontrarnos con un montoncillo de pelotitas de papel con actitud bastante acusadoras. Sin embargo, estas formas no esféricas de frustración abultan más que cuatro líneas no escritas y así, en el fondo, parece que trabajamos. Además, es bastante icónica la imagen del escritor frustrado, roto por el bloqueo, arrastrando su no escritura por cuadernos, calles y bares. Decía un viejo amigo mío, muy buen escritor, por cierto: "soy escritor, no tengo que terminar nada". Siempre ha de haber un poema inacabado, un libro por escribir, una gran obra que espera que musculemos bien nuestra pluma para ver la luz, algo que nos de una buena motivación para seguir sin hacer nada, diciendo que no nos sale.
     El proceso de escritura es complejo, arduo y bastante desagradecido. Por eso requiere de una dedicación y constancia absolutamente imprescindibles. Por eso no vale arrancar la hoja y salir al balcón a fumarse un cigarro mientras ves pasar el mundo (además, ya no fumo), sino que hay que tirarla a la papelera y volver sobre ese inhóspito páramo de la hoja en blanco, a dejarnos morir de sed de palabras hasta que la necesidad nos haga escarbar en busca de un manantial del que sacar algo, lo que sea.
     Yo, que siempre he sido vago, seguiré arrancando hojas, en una clara falta de respeto al planeta, con la intención de desahogarme cada vez que no me salga el siguiente texto, pero volveré una y otra vez a intentarlo; porque no me comprendo de otra forma que escribiendo. Porque esto es, a fin de cuentas, lo que soy. 

viernes, 19 de febrero de 2016

EL DERECHO A MOLESTAR, O CÓMO NO DENUNCIAR A DOLORS MIQUEL

     Hay que molestar a todo y a todos, en caso contrario no seríamos poetas, no cumpliríamos nuestra misión de agitar conciencias, de romper lo que parece sólido y de poner las cosas del revés aunque sea un poquito. Sí, es necesario que el arte pruebe a cruzar la línea y ver qué pasa, aunque después surjan protestas y nos metamos en problemas. Por eso tengo que decir que me solidarizo con Dolors Miquel ante la polémica creada en torno a su poema Mare nostra. Creo que una denuncia por "ofensa a los sentimientos religiosos" me parece una barbaridad.

     Llegado este punto quiero aclarar que soy católico, muy creyente y consecuente con mis creencias hasta donde soy capaz, y que puede gustarme más o menos ese poema - más bien me parece normalillo, aunque esté bien recitado - y que puedo sentirme más o menos cómodo con el contenido. De todos modos, yo no lo veo un ataque a los valores cristianos, sino al patriarcado. El uso del Padrenuestro como referente es tomar un poema que todos, o casi, nos sabemos de memoria y que, además supone el texto principal del sistema de creencias que rige nuestra sociedad occidental. Aunque fuese, como promulga la Asociación de Abogados Cristianos, un intento de ofender los sentimientos o valores religiosos, no creo que esto se tenga que resolver con una denuncia. Pero como no soy abogado ni tengo más idea del derecho que la elemental para no meterme en problemas, no voy a ahondar mucho en este punto.

     Cuando Salman Rusdhie publicó Los versos satánicos y fue emitida la fatwa que daba una recompensa por su cabeza, todo el mundo "civilizado" se echó las manos a la cabeza porque aquellos islamistas fanáticos estaban atentando contra la libertad de expresión en nombre de su religión. Claro, aquellos eran moros y no cristianos decentes. De ahí otro argumento que me encanta, sobre todo después de Charlie Hebdó, que es el de que "con Mahoma no se meten, a que no"; supongo que será porque nadie quiere que le entren en el salón de casa con un kalashnikov y dos kilos de sentex. Pero no es lo mismo el miedo que el respeto, que conste.

     En conclusión: puedo entender que alguien se sienta ofendido en sus creencias, pero opino que eso se resuelve con un comunicado, o con un poema de respuesta (y lo bien que hubiesen quedado, lo elegantes). Creo que una institución, como tal, no se puede permitir ofender valores religiosos de la sociedad en la ue está establecida, pero no ha sido el caso, no confundamos, por favor. Una escritora, individualmente, ha leído un poema suyo en un acto público, y no es deber de la institución que la contrató establecer una censura previa - figura que ya no existe -. Si alguien se pica, se piden disculpas, si así se considera, y a otra cosa, no se va a juicio. Si es que somos unos exagerados, que además pensamos que un espectáculo de títeres es propaganda terrorista.

lunes, 18 de enero de 2016

DE REPENTE EN OTRO MUNDO

Últimamente, por cuestiones laborales, viajo bastante en autobús, amén de otros tiempos muertos que tengo que vivir por diversos motivos, lo cual me ha permitido retomar mi ritmo más alto de lectura. Tengo que decir que nunca he necesitado una especial concentración para sumergirme en un libro que me tenga enganchado, lo cual favorece mi avance página tras página durante las esperas y los viajes. Así como abro el libro por donde estaba vuelvo a encontrarme de nuevo con los personajes y su mundo, y es como si lo que me rodea desapareciese de repente para sólo existir el universo creado por el autor que en ese momento me ha tocado en suerte. De eso quería hablar.
Cuando un libro te fascina se convierte en tu residencia temporal, algo así como unas vacaciones para los que, como yo, no tenemos dinero para viajar (y cuando lo tengo también me llevo un libro). Como filólogo y escritor siempre consideré los libros como parte de mi oficio, pero como es un vicio que tengo desde pequeño nunca me ha resultado pesado, sino todo lo contrario (qué ganas tenía de escribir la expresión "sino todo lo contrario"). Estas últimas semanas he leído El otoño del patriarca y El rey pasmado y en ambos casos sucedía lo mismo. Cada vez que los abría, y esto era en cualquier momento en que tuviese ocasión, me caía dentro de ellos como un niño que se acerca demasiado a la piscina. Pasa con relatos que realmente están bien escritos, que te agarran por la solapa de la camisa sin que tú te des ni cuenta y te van guiando de la mano a donde ellos quieren sin preguntarte. Leí una vez por ahí que los que leen tienen la suerte de vivir más de una vida, y es cierto, muy cierto. Los mejores libros son esos que siguen en tu cabeza cuando no los estás leyendo, incluso a través de los años, como me sucede con Cien años de soledad, libro que presté para no volver a ver más, pero que cuando todavía estaba entre mis más preciadas posesiones lo tenía sobre la mesa de noche para abrirlo por cualquier página y leer un rato. Era como si nunca hubiese querido acabarlo, como si pudiese vivir sin haber leído la magnífica frase que da fin a la epopeya de los Buendía que al mismo tiempo es la de toda América Latina.
Así, yo he decidido desde hace tanto tiempo que ni lo recuerdo pasar largas temporadas de mi vida en este mundo de palabras. Una buena frase, que a ti te lleva unos segundos leer, puede haber costado a su autor horas de vueltas y correcciones; sin embargo, si de verdad es buena, se pegará a ti como los mejillones a la roca, alimentándote como cualquier vivencia. Alguien, una vez, presumió delante de mí de no haber leído nunca un libro, y le contesté que era una forma de pobreza. 
Algunos libros tardan diez, veinte, cien páginas en someterte, como fue en mi caso El silmarillion, otros, sin embargo, te dan tal bofetada con la primera frase que no puedes sino aceptar que desde ese mismo momento gobernarán tu pensamiento hasta que los hayas acabado, e incluso después. Recuerdo como caso especial el libro Sinuhé el egipcio, de Mika Waltari, que me llevó a la época de los faraones sólo con este párrafo:
Yo, Sinuhé, hijo de Senmut y de su esposa Kipa, he escrito este libro. No para cantar las alabanzas de los dioses del país de Kemi, porque estoy cansado de los dioses. No para alabar a los faraones, porque estoy cansado de sus actos. Escribo para mí solo. No para halagar a los dioses, no para halagar a los reyes, ni por miedo al provenir ni por esperanza. Porque durante mi vida he sufrido tantas pruebas y pérdidas que el vano temor no puede atormentarme y cansado estoy de la esperanza en la inmortalidad como lo estoy de los dioses y de los reyes. Es, pues, para mí solo para quien escribo, y sobre este punto creo diferenciarme de todos los escritores pasados o futuros.
Hala, ya está, ha conseguido anular tu voluntad. Y es un sometimiento placentero, enriquecedor, porque la buena literatura te hace crecer en cuanto te abre la puerta a ese otro lugar en el que vives hasta que el autobús llega a su parada y tienes que vivir de nuevo tu vida, tu trabajo, tus relaciones sociales... hasta el próximo tiempo muerto en el que hagas caso a la voz que, encuadernada, parece llamarte.

jueves, 7 de enero de 2016

LIBROS QUE LEÍ EN 2015

Todo el mundo hace repaso: ya se han derretido los hielos de las últimas copas apuradas en la noche de Reyes y dejamos atrás la euforia navideña (adoro las navidades) y volvemos a una presunta normalidad. Los perfiles de Facebook, los periódicos, los informativos... todo se llena de reflexiones y resúmenes. Yo quiero hoy inaugurar una tradición que consistirá en hablar de algunos de los libros más destacados que he leído en el año que hemos liquidado. Así que esta entrada va de eso, y sin pretender ser totalmente exhaustivo, porque no anoto y mi memoria no es tan detallada, voy a hablar de algunos de los libros que he leído en 2015. No se trata de novedades literarias en su mayoría, sino de libros que me han encontrado, que han llegado a mí por esas leyes del azar que rigen a los lectores que, como yo, son poco metódicos. Ahí va:

- Pureza, de Jonhatan Franzen. Está anunciado a lo grande en el escaparate de la librería Paz en Pontevedra, y ocupó sesudas reseñas literarias. Se trata de una obra grande en todos los sentidos, un libro largo e intenso. Tiene esta cualidad de los escritores norteamericanos que consiste en narrar historias individuales aparentemente intrascendentes y al mismo tiempo reflexionar sobre los temas humanos importantes. La búsqueda que Purity hace de su padre, del que no conoce ni el nombre, oculto celosamente por una peculiar madre que la ha criado en una cabaña en el bosque, se convierte en una grandísima historia. Es un libro que hay que leer.

- La fiesta del chivo, de Mario Vargas Llosa. No creo que pueda escribir nada que no se haya dicho ya sobre este libro, pero a mí, que soy un apasionado de la novela de dictador, me encantó. Un relato sólido que refleja la crueldad de la era Trujillo en la República Dominicana. A mí, particularmente, me gusta mucho Vargas Llosa, un narrador sólido que, como dijeron muy acertadamente los académicos que le concedieron el Nobel, describe claramente las estructuras de poder.

- Cambio de piel, de Carlos Fuentes. No podía faltar Carlos Fuentes en esta lista. Es un escritor al que siempre vuelvo. Si me piden que haga un resumen de este libro me ponen en apuros. Como lo fui leyendo a saltos me costó meterme en una historia compleja muy del gusto del mexicano. Sin embargo ahí están su estilo singular, sus mil referencias a la cultura mexicana. Ahí está todo Fuentes desplegando su genio.

- Caras extrañas, de Rafael Courtoisie. Un libro distinto, que compré casualmente en un mercadillo, editado en España por Lengua de Trapo. Describe el asalto de una guerrilla a una ciudad que puede ser perfectamente uruguaya. Está escrito de manera distinta, innovadora, y contiene algunos de los párrafos mejor escritos que me he encontrado este año. Una narración de esas que te abre los ojos a nuevas formas de contar una historia, de la que sales siendo alguien distinto.

- La conjura de los necios, de John Kennedy Toole. Sí, es cierto, no la había leído antes y es porque soy un lector desordenado y a veces hasta vago. El autor acabó suicidándose y tuvo que ser su madre la que se arrastró de editorial en editorial hasta verlo publicado y convertido en un clásico del siglo XX. Cosas del azar literario. Un libro en el que te pasas todo el tiempo intentando, sin conseguirlo, empatizar con el protagonista, un tipo realmente desagradable y parasitario. Un LIBRO con mayúsculas, ambicioso y gamberro, como toda la buena literatura.

- La hoguera de las vanidades, de Tom Wolfe. Llegado a este punto os preguntaréis: ¿Y qué ha estado leyendo este tipo todos estos años?. Pues... otras cosas. Este ha sido el año de asaltar clásicos norteamericanos, por lo visto, y este retrato mordaz de un yuppie, o como se escriba, de los años ochenta es imprescindible y, además, divertidísimo.

- Historia de dos ciudades, de Dickens. Sí, es cierto, tenía que haberlo leído hace diez o veinte años.

- Recursos humanos, de Antonio García Ángel. No conocía al escritor ni al libro. Otro descubrimiento de Lengua de Trapo. Un retrato del mundo empresarial en Colombia. Divertidísimo, irónico, cómico. Por momentos se me hizo largo, pero lo recomiendo igualmente.

Y ya está. Leí muchos libros más, seguro, pero con esto se puede ir tirando. Es mi forma de felicitar el año nuevo a los amiguetes que caen en este blog de vez en cuando. Feliz 2016 de lecturas, de letras, de párrafos que nos obliguen a tomar aire para poder asimilarlos, de frases y libros que nos cambien la vida, de poemas que guardemos entre los cuadernos, como si fuésemos adolescentes. Y yo, que nunca hago propósitos de Año Nuevo, me propongo llenar este blog de nuevas entradas.